lunes, 19 de enero de 2009

Orejas rojas.




He estado unos días pensando en cómo empezar a escribir. Supongo que me quedarán otros tantos esperando a que quede como yo quiero, cosa que dudo mucho. Me río porque ya el comienzo es una verdadera mierda, pero no lo pienso cambiar. No me apetece.
A mi izquierda me quedan dos nueces sin romper y unas 13 comidas por ratones viendo la televisión. Parece que cuanto más tiempo tengo, menos cosas hago. Y de eso se trata. Conseguir que mi culo se funda en el sofá de estampado marrón canela. Seguramente me lamente por estallarte los dedos de los pies.

O las orejas.


Un hasta mañana me llega desde la cocina, mientras mi abuelo trabaja con una sábana de plástico.Cuando era un gusano a punto de florecer, ese castor construía balones, para que jugase entre la higuera y el señor palleiro Roky. Mi querido Roky, siempre desee tomar pastitas en tu chabola debajo del Horreo.
Llorar mientras me tirabas del vestido y jugabas a que te tocase la nariz. Ese vestido mandilón. Pero una bruja llegó, igualiato a los cuentos que tu me contabas, y te comió lentamente, hasta dejarte casi sin aliento.
Sí, está todo desordenado, como siempre. Una tela de araña que construye en el agua de un río turbio, como ya sabes.

Lloro.

Sé lo que es tener una farmacia en casa. Sé lo que es saberse el camino de un hospital con las pies atados hacia la cafetería. Sé lo que es que poco a poco al reloj se le acabe la cuerda. Y como mi propio carrusel, algo se apaga y yo ya no quiero girar más. Y tu sonríes mientras te limpian la cara. Y tu sonríes inocentemente, y ya no tienes hora.

2 comentarios:

Raúl Masa dijo...

Pues...

Muy bueno.

A. Garcia dijo...

No pienses en cómo empezar a escribir.

Escribe.

Te sale mejor así. ^^

PD: No escribo nada mejor...porque me quedé sin palabras.